sábado, 24 de julio de 2010

¡Ahí vienen los clones!

El siguiente trabajo, como otros que estoy subiendo a "Ideas y lápices", lo escribí hace varios años, pero nunca estuvo disponible en un blog, así que disculpen el polvo y las telarañas que puedan encontrar entre líneas:

¡Ahí vienen los clones!
Entre polémicas y adhesiones se abre paso en Estados Unidos la clonación de mascotas. La venta del primer gato clonado de la historia se hizo realidad a fines de 2004 en Estados Unidos, cuando la dueña de Nicki, el felino muerto original, decidió que este volviera, a su manera, a la vida.


Por José Alejandro Tropea
Ilustración: José Alejandro Tropea

Dos en uno

Dos gatos protagonizaron la noticia en octubre de 2004... Nicki (en adelante Nicki 1.0 o Nicki senior o simplemente el Viejo Nicki) y su clon (en adelante Nicki 2.0 o Nicki junior). El Viejo Nicki murió en 2003 a los 17 años y su dueña tejana decidió clonarlo. Así es como se concretó la primera venta de una mascota clonada de la historia... a razón de 50.000 dólares la unidad y garantizada por un año (si original y clon no se parecen se devuelve el dinero) (1).

Entre los que se oponen a esta novedad están quienes argumentan -con razón moral, pero rozando la ingenuidad y al parecer creyendo que solo ellos han tenido esta "revelación"-, que lo gastado en la clonación de un solo minino serviría para pagar el cuidado de muchos animales necesitados, cuando ni siquiera a nivel humano, desde las cavernas hasta nuestros días, la existencia de pobres e indigentes ha sido suficiente para que los que más tienen posterguen a favor de aquellos los gastos destinados a la satisfacción de lujos y placeres absolutamente innecesarios y prescindibles.
Por otro lado, algunos grupos de protección de animales argumentaron que la clonación era innecesaria considerando que no hay escasez de gatos, que la oferta supera ampliamente la demanda (2). De nuevo, más allá de la razón ética y moral que los pueda asistir y de la ingenuidad de este último argumento -nadie que clona su gato ignora que sobran felinos en las calles y en los pet shop- el resultado es que estos sectores críticos, lo mismo que los anteriores, intentan detener el servicio de clonación apuntando los cañones a la causa equivocada, en realidad a una causa inexistente porque estrictamente se trata de un caso particular dentro de un negocio más general que consiste en la fabricación y venta de apariencias, actividad comercial que a su vez responde a una demanda natural de la especie. Como el sexo, el juego, los alimentos que nos nutren o el aire que respiramos, aquí se trata de la necesidad de obtener, según el caso, placer, consuelo o ciertos beneficios prácticos a partir de las diferentes maneras en que se manifiesta lo aparente (copia, imitación, simulación, reproducción). Y es este impulso, frente a cualquier ataque o crítica, el que hace casi inexpugnable la fortaleza de ese negocio (no necesariamente ilegal o inmoral) dedicado a explotar el nicho de las apariencias, del que se nutren la política, la publicidad, los medios de comunicación, la cirugía estética...

Por ejemplo, en la reproducción electrónica de la música, los sonidos que se oyen a través de un CD no son reales, fueron grabados anteriormente, tal vez el compositor o los intérpretes están muertos y las ondas sonoras originales, las compresiones y expansiones de las moléculas de aire, que las voces e instrumentos produjeron en el estudio de grabación o del recinto donde actuaron ese día se extinguieron irreversiblemente en la uniformidad de la atmósfera, así como el cuerpo del viejo Nicki volvió a la tierra para integrarse a ella completamente indiferenciado. Y sin embargo la música sigue ahí, grabada, inmortalizada, y la gozamos y la aceptamos y sacia nuestra necesidad anímica y estética. Ningún músico, desde que Edison invento el fonógrafo, se ha sentido menoscabado porque su arte llegue al público a través de ese intermediario que es lo aparente aceptado como sustituto de la realidad.

El gato que vuelve cada vez más de la muerte

La calidad de esa sustitución, desde el punto de vista de ¨regresar¨, de ¨resucitar¨ o de mantener vivo a nuestro gato muerto, ha evolucionado a lo largo de la historia de la mano de la tecnología de turno, haciéndose cada vez más sofisticada: en el principio de los tiempos apenas si reteníamos al muerto en la memoria, en la palabra, después lo reprodujimos en piedra, y sucesivamente, con el paso de las eras, lo inmortalizamos en pinturas rupestres, esculturas, murales, retratos al óleo. Después lo recreamos con la imprenta, la fotografía, el cine, el video y así de salto en salto tecnológico hasta llegar a la clonación, de lejos el proceso de imitación más acabado y contundente, que además presenta algo novedoso: por primera vez la copia es mucho más valiosa que el original, aunque este no valga ni dos centavos: el precio de Nicki 2.0 es de 50000 dólares frente al costo irrisorio que pudo haber tenido la adquisición del Viejo Nicki por parte de su dueña, si es que lo tuvo. La clonación comercial, como toda nueva tecnología aplicada, es así muy cara y convierte a cualquier mascota en un ejemplar valiosísimo simplemente por ser un clon, no importando que el original sea un animal callejero. Una verdadera humillación para perros y gatos con pedigree, entre otras distorsiones iniciales.
Pero los costos bajarán (3). Como naturalmente sucede con toda nueva tecnología, a medida que evoluciona y se integra a la sociedad y esta última se adapta culturalmente a aquella, la clonación de gatos se abaratará y se hará masiva, aumentando la presión de la demanda sobre los que rechazan esta técnica.

Y mañana serán hombres

Para bien o para mal, Nicki junior es la avanzada, entonces, de la forma más sofisticada y perfecta que ha adquirido hasta hoy la fabricación y venta de apariencias, en este caso para satisfacer nuestra necesidad de consuelo, cariño y compañía (4). Así es con los gatos muertos clonados y a mayor escala de complejidad -tecnológica, moral y religiosa- también con el hombre.
Si la oposición a clonar gatos es lo que es, la oposición a la clonación humana será inicialmente formidable. De hecho esta última ya es apreciable aún cuando solo se trata de rechazar su utilización para fines terapéuticos.
Parafraseando aquella ingenua objeción a la clonación gatuna por parte de grupos defensores de los animales, podemos imaginar a sus similares en el plano humano argumentar dentro de la misma inocente lógica ¨¿para qué alguien va a clonar a su hijo muerto si no padece escasez de espermatozoides?¨, o, extendiéndonos en la disimulada esterilidad de ese argumento ¨¿para que clonar hijos si sobran chicos en adopción?¨, u otras objeciones de carácter ideológico como ¨el hombre no puede ser Dios¨ (que en boca de los antiguos griegos o egipcios, para verlo en perspectiva, se oiría así: ¨el hombre no puede ser Zeus¨ o ¨el hombre no puede ser Osiris¨, respectivamente). Y así una serie tan larga como respetable de posiciones en contra, provenientes de distintos sectores religiosos, políticos y científicos.

Estos argumentos, llamativamente, contrastan con usos y costumbres aparentemente inofensivos pero arraigados desde siempre en la sociedad e implícitamente favorables a la clonación. Nadie se lamenta del nacimiento de gemelos, ni piensa de antemano que sufrirán la condena sicológica y filosófica de ser físicamente iguales entre sí. No hay organizaciones humanitarias o defensoras de los derechos humanos que repudien la clonación virtual que llevan a cabo algunos padres y que consiste en forzar a sus hijos a ser idénticos a ellos mismos: igual profesión, igual ideología política, igual club de futbol, iguales prejuicios raciales y religiosos. Ni existe corriente sicológica que haya puesto el grito en el cielo por estar socialmente aceptado que los padres busquen alegremente en sus hijos recién nacidos todos los parecidos habidos y por haber con ellos mismos, con abuelos, hermanos, primos, bisabuelos y tatarabuelos, sin plantearse que esto pueda desdibujar la necesaria frontera que separa la identidad del hijo de la identidad de los demás.

Ajena e indiferente a esta discusión, la onda expansiva de este nuevo y monumental nicho (los responsables de Nicki 2.0 tienen previsto el nacimiento de otros cuatro gatos clonados para los próximos meses) avanza más rápido que la onda fiscalizante y condenatoria de los debates especializados y de las regulaciones voluntariosas (5).
Es que si para los más recalcitrantes opositores clonar y vender mascotas a razón de 50000 dólares la unidad es escandaloso, absurdo y un desafío a las leyes naturales o divinas (unas u otras según la región, ya que actualmente en algunos estados de Estados Unidos se desautoriza a Darwin frente al Génesis), para la dueña de Nicki 1.0 lo que cuenta es que con Nicki 2.0 ¨ha regresado al hogar su gato muerto¨... Ese es el sentimiento a batir, con o sin la razón ética y moral en la mano, por parte de quien emprenda una cruzada contra esta nueva forma -la más sofisticada y polémica jamás creada- de la oferta y la demanda de apariencias.

REFERENCIAS

1 - La dueña de Nicky recibió a Little Nicky, nacido el 17 de octubre de 2004, de manos de la empresa biotecnológica Genetic Savings & Clone Inc., ubicada en Sausalito, California. La empresa fue fundada por el multimillonario John Sperling. Este financió las investigaciones que la Texas A&M University hizo durante cuatro años del proceso de clonación gatuna, logrando en 2001 el primer gato clonado (bautizado Carbon Copy). Los clones están garantizados por un año, En caso de que el original y el clon no sean parecidos, sino idénticos, la empresa devuelve el dinero.

2 - El presidente de la Best Friends Animal Society, Michael Mountain, dijo que ¨No hay escasez de gatos ¿Que necesidad entonces de recurrir a la clonación?¨, además de llamarlo un ¨Juego inhumano¨.

3 - Actualmente (mayo de 2005), Genetic Savings & Clone ya bajo aquel costo inicial de clonación a 32000 dólares.

4 - Kathy Hudson, directora del Centro de Genética y Política Pública de la Universidad Johns Hopkins considera que los sentimientos por las mascotas perdidas son un incentivo poderoso. Y señala que si antes se pagaban sumas exorbitantes por animales de raza pura ahora no se vacila en hacerlo por los clones.
David Cheng, otro cliente actual de Genetic Savings & Clone -la compañía tiene almacenado el ADN de Sombra, su gato, que padece un tumor mortal-, afirmó que está dispuesto a pagar lo que fuera debido a que extraña a su gato.

5 - Actualmente, cientos de clientes guardaron muestras del ADN de sus mascotas (preservarlos tiene un costo que oscila entre 300 y 1400 dólares, excluyendo los costos de almacenamiento y veterinario), según declaró Ben Carlson, vocero de Genetic Savings & Clone. Además, si bien hasta ahora la compañía solo ha vendido gatos clonados, tiene proyectado producir el primer clon de perro para este mismo año. Es que los dueños de perros (otra vez la demanda) no soportan la espera: unos 200 ya cerraron trato con la compañía para preservar el ADN.

FUENTES CONSULTADAS

Diarios Clarín (24 de diciembre de 2004) y La Nación (30 de mayo de 2005), ambos de Argentina y sitios de Internet.

OTRAS NOTAS VINCULADAS

Sobre el tema de la clonación y las leyes puede consultarse la nota, de este mismo autor y en este mismo sitio de internet: Bioética - El "papel" de Chamberlain en la clonación humana.

Copyright © 2005 José Alejandro Tropea

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