Viktor Frankl (1905-1997) fue un neurólogo y psiquiatra austríaco, que fundó la Logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. A partir de esa experiencia, escribió el libro
"El hombre en busca de sentido". De ese libro, impreso por Editorial Herder, extraje el texto titulado
"Monólogo al amanecer":
En otra ocasión estábamos cavando una zanja. El amanecer sembraba una luz grisácea, gris el cielo y gris la nieve, bañada por la luz del alba; grises los harapos que malamente cubrían los cuerpos de los prisioneros y también grises sus rostros. Mientras trabajaba, mi imaginación se escapó otra vez a conversar quedamente con mi esposa, o tal vez, intentaba escudriñar la
razón de mis sentimientos, de aquella lenta agonía. En una última y violenta protesta contra lo inexorable de una muerte inminente, sentí como si mi espíritu desgarrara mi tristeza interior y se elevara por encima de aquel mundo desesperado, insensato, y por algún lugar escuché un victorioso "sí", en respuesta a mi pregunta sobre si la vida escondía en último término algún sentido.
En aquel mismo momento encendieron una luz en una granja lejana, una luz que se recortaba en el horizonte, una pincelada de color frente al gris miserable de aquel amanecer en Baviera.
Et lux in tenebris lucet. Y la luz brilla en medio de la oscuridad.
Estuve muchas horas despedazando la tierra helada. El guardia pasaba junto a mí y me insultaba, pero yo continuaba hablando con mi amada, la presentía a mi lado, conmigo, cada vez con más intensidad, sentía que casi podía tocarla, que si extendía mi mano cogería la suya. Fue una sensación terriblemente viva; ella estaba
allí realmente.